Cortitos y al pie

Dos caballeros que se movían muy deprisa en el interior de un Hipermercado con sus carritos de compras se chocan. Uno le dice al otro:
- Perdóneme Usted; es que busco a mi señora.
- ¡Que coincidencia, yo también!, Estoy ya desesperado.
- Bueno tal vez le pueda ayudar. ¿Cómo es su señora?
- Es alta, de pelo castaño claro, piernas bien torneadas, hermoso cuerpo, en fin muy bonita ... ¿y la suya?
- Con esa descripción olvídese de la mía, vamos a buscar la suya.




Ana Luisa, estaba en su lecho de muerte. Su esposo Carlos mantenía constante vigilia a su lado. El sostenía su frágil mano y mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas, él oraba por su esposa.
Ella lo miró y sus pálidos labios comenzaron a moverse quedamente.
- Mi amado Carlos -susurró.
- Calla mi amada, -dijo él- descansa.... No hables.
Ella insistentemente dijo con cansada voz:
- Tengo algo que confesarte.
- No hay nada que confesar. Todo está bien, duerme.
- No, no, yo debo morir en paz, Carlos... Yo me acosté con tu hermano, tu mejor amigo y con tu padre.
- Ya lo sé, por eso te envenené... shhhhhh... ahora duerme tranquila.

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